¿Qué siente tu hijo o hija cuando come? Este interrogante por sí solo invita a hacer una reflexión del significado que puede tener para tus hijos e hijas el momento de la comida. Para hablaros de este tema, tenemos a Ana Isa de Creciendo y Criando, y estoy convencida de que te va a ayudar a entender muchos aspectos entre las emociones y la alimentación.Te dejo con ella directamente.

La alimentación infantil es uno de los temas que más preocupa a las familias. Son muchas las dudas e inquietudes que nos surgen. Primeramente, con la lactancia y después con el inicio de la Alimentación Complementaria: cuándo empezar, qué tipo de alimentos ofrecer, cómo ofrecérselos, si comerá suficiente… Pero sin embargo, creo que hay un aspecto en el que no solemos pensar mucho, y para mí, es lo más importante: Las emociones que se generan mientras los niños comen.

Es indiscutible la relación que existe entre la alimentación y las emociones. En psicología se habla de alimentación o nutrición emocional. Es fácil identificarlo. Por un lado, el estado de ánimo, influye en el tipo de alimentos que ingerimos. No comemos de la misma manera si estamos cansados, tenemos sueño, estamos alegres, enfadados o tristes. Por otro lado, la manera en la que comemos, también influye poderosamente en cómo nos sentimos. No se siente igual un niño que días tras día es perseguido por una cuchara para comer, y que es obligado a terminarse todo lo que hay en el plato, en contra de su voluntad, que el niño al que se le deja experimentar con la comida, que come por iniciativa propia y sin interferencias en su proceso de autorregulación.

Es más… muchos de los trastornos de la alimentación que ocurren durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta tienen un importante componente emocional, y es muy probable que tengan su origen en las primeras experiencias que tenemos con la comida. De ahí que sea tan importante que pongamos especial cuidado en estos primeros acercamientos. Es fundamental que la experiencia con la comida sea positiva y saludable. ¿Has oído hablar de la nutrición emocional?

¿Y cómo podemos lograr esto?

Para mi hay una serie de cosas sobre las que podemos tomar conciencia y que contribuirá a que las primeras experiencias de los niños con la comida, resulten mucho más agradables para ellos, y también para nosotros.

  1. La lactancia también es emoción. La leche materna, es el primer alimento que reciben nuestros hijos y va a crear una impronta muy importante en ellos. La lactancia, al igual que el resto de alimentos, no solo es nutrición física, sino que también tiene un importante componente emocional. Implica cercanía con mamá, vínculo, presencia, disponibilidad, seguridad, amor… que se logra con la mirada, con el estar presente física y emocionalmente, con el piel con piel, las caricias, la contención, la voz suave… en definitiva con el sentir emocional de este momento. En esta primera experiencia con el alimento ya se están transmitiendo multitud de sensaciones, según lo vivamos.
  2. Lo ideal, del pecho a los sólidos. Si desde el inicio de la alimentación complementaria les ofrecemos alimentos sólidos, adaptados a su desarrollo y cumpliendo con unas normas mínimas de seguridad, les estamos abriendo todo un mundo de posibilidades, en cuanto a exploración sensorial se refiere. Además, si les permitimos manipular alimentos sólidos desde el inicio, les damos la opción de explorar, de elegir, de escuchar sus necesidades, respetar sus sensaciones de hambre y comer aquello que realmente necesitan. Al mismo tiempo, estamos contribuyendo al desarrollo de su autonomía, la motricidad, la coordinación óculo manual…
  3. Dar ejemplo. Es muy importante que antes de nada, nos planteemos qué tipo de relación es la que tenemos nosotros con la alimentación, lo que nos produce el hecho de comer, si disfrutamos del momento, si lo vivimos con tensión… Es necesario también que pongamos conciencia en las emociones que envuelven el momento de comer en casa, porque se impregnarán de ellas.
  4. Confiar en el niño. Los bebés sanos son capaces de comer solos del pecho de la mamá nada más nacer y del mismo modo, pueden empezar a ingerir sólidos a partir de los 6 meses. Los bebés pueden decidir qué comer, cuando, a qué velocidad, en qué cantidad… Es necesario confiar en su criterio y en su capacidad de autorregulación. Sin obligarles a comer ni perseguirlos con la cuchara. Bastará con confiar en ellos y con poner alimentos saludables a su alcance. De esta manera la hora de la comida será más relajada y todos disfrutemos más de este momento, sin presiones ni tenciones.
  5. La comida, un acto social. Participar en las comidas familiares es todo un aprendizaje para los niños. En ellas observan conductas, comportamientos, habilidades sociales… que sin duda tratarán de imitar. De ahí la importancia del ejemplo del que hablábamos. Además, comer en familia, les permite participar del momento junto con el resto de miembros de la unidad familiar, contribuye al desarrollo del lenguaje, a la adquisición de hábitos saludables… y se sienten parte de este compartir en familia.
  6. La comida es un juego. La comida ha de ser un momento agradable para los niños y una oportunidad para jugar, experimentar, ensuciarse. Un momento para disfrutar con las texturas, los colores, colores, sabores…para divertirse, para reír, para aprender.

En definitiva, el placer y la autorregulación han de ser la base de la alimentación infantil. Es necesario que los niños establezcan por encima de todo, una relación sana y positiva con la comida, y fijarnos en lo que comen, por supuesto, pero también en lo que  lo que sienten mientras están comiendo.

¿Te has preguntado alguna vez que sienten tus hijos cuando comen?

 

Sobre Esther B.A.

Soy Esther, una mujer inquieta, una mamá de alta demanda y profesional de la educación.

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