La semana pasada os empecé a contar cómo fue la primera parte de la fase de dilatación del parto que me ha hecho conocer al amor de mi vida, mi bebé preciosa. En la entrada de hoy continúo narrando la crónica de todo lo que aconteció en la fase de dilatación en el paritorio. Tengo la suerte de poder decir que me encanta recordar ese 1 de enero de 2017 y por eso me estoy esmerando por contar con lujo de detalle todo lo que aquel día ocurrió en nuestras vidas. Porque no se pare todos los días y porque no todos los partos son iguales, las buenas experiencias también han de ver la luz. Y ya os digo que me siento afortunada porque puedo decir que he tenido un muy buen parto, rodeada de profesionales estupendas. Pero no me enrollo más, retomo el hilo del post anterior y prosigo.
Llegada al paritorio
La matrona maja nos acompañó hasta la zona de paritorios, que está en la misma planta donde había ingresado unas horas antes. Nos presentó a Mayte, la matrona que asistiría nuestro parto. Nos estuvo explicando todo lo relativo a lo que iba a ocurrir en las próximas horas. Me preguntó que si quería la epidural y le dije que de momento no la necesitaba. Pero, por si acaso, dejé firmado el consentimiento. Mientras tanto David firmó el consentimiento de la prueba del talón que le harían a BabyE a las 48 horas de haber nacido.
Mayte miró todas mis pruebas y la cartilla de embarazo. Me dispuso las correas para monitorizar las contracciones y el latido de la pequeña princesa y me acomodé de la mejor manera posible en la cama. Creo que lo que peor llevé a partir de aquel momento fue tener que estar tumbada. Las contracciones las sentía más molestas aunque fueran de la misma intensidad. Cada cuatro minutos llegaba una nueva contracción. Algunas rozaban 80 de intensidad. Eso sí, yo no sentía dolor, sino que más bien notaba una molestia intensa. Después de algunas contracciones me quedaba medio dormida. Llevaba desde las 3:30 de la mañana despierta y todavía quedaba lo gordo del parto.
El paritorio constaba de dos partes diferentes. La primera, con una cama donde debía terminar mi dilatación. Había una luz tenue y un hilo musical que invitaba a dejarse llevar por el trance del parto. En la sala contigua estaba el paritorio con el potro para el parto y todo el material dispuesto para el parto natural. Había privacidad, silencio, tranquilidad… Vamos, el ambiente perfecto para afrontar el parto.
Monitorización y 6 cm de dilatación
David aprovechó para ir a comer antes de la siguiente exploración, que iba a ser a las 14:30. Entró mi madre a relevarle y estuvimos muy tranquilas. Eso sí, necesitaba que me diera la mano para afrontar cada contracción. Volvió mi marido y llegó Mayte para la exploración. Estaba de 6 cm. Creo que me sacó el resto del tapón mucoso y me dijo que la bolsa seguía intacta y que por eso me amortiguaba el dolor de las contracciones. En aquel momento Mayte me planteó si quería ponerme la analgesia epidural. Me dijo que si me la iba a poner podía esperar aún, pero tenía que tener en cuenta que no me podía mover ni un ápice y que mi dilatación natural avanzaba lentamente y se podía alargar el proceso bastantes horas.
Epidural ¿sí o no?
Mi decisión fue ponerme la epidural porque estando tumbada sentía bastantes molestias y aunque lo estaba llevando estupendamente, no me atreví a afrontar la recta del parto a pelo porque empezaba a notar un pinzamiento en el costado derecho. Al rato vino la anestesista y me explicaron cómo iba a ser el proceso. A David le dieron opción de quedarse pero yo le dije que saliera si no se sentía cómodo viendo el procedimiento. Finalmente, salió y le dijeron que en 20 minutos estaría listo. Tardaron unos 10 minutos y la verdad es que fue todo genial y no me moví en las dos contracciones que tuve.
Respecto al efecto que obtuve con la epidural pues no fue el óptimo. Para qué engañarnos. Se me durmió la pierna izquierda y en el lado derecho notaba todo. Con tal mala suerte que el tirón que tenía en la zona baja de la espalda era en el lado derecho. Y no mejoró aumentando la dosis inicial de analgesia. Así que nada y eso hubiera sido lo mismo. Ahora, pensándolo fríamente, yo creo que hubiera podido afrontar el expulsivo sin epidural. Pero bueno, en aquel momento no quise arriesgarme.
Oxitocina y 8 cm de dilatación
Al ponerme la epidural me pusieron la mitad de la dosis mínima de oxitocina para acelerar la dilatación completa. Lo único que noté es que empecé a tener contracciones cada 2-3 minutos. Pero con la epidural no noté más molestias. A las 16:45 me volvió a explorar la matrona y ya estaba de 8 cm. En poco tiempo había dilatado dos centímetros. La siguiente exploración sería a las 17:45. Así que mi marido aprovechó para ir a merendar algo porque se acercaba el momento.
Dilatación Completa
A las 17:30 la dilatación era completa, habíamos llegado a los 10 cm. Ahora sólo quedaba que BabyE fuera bajando por el canal de parto y la fase de expulsivo comenzaría. En este momento cambiamos de escenario. Me trasladaron al paritorio. Eso de pasar de una cama al potro de parto con una pierna totalmente dormida, sin poder arrastrar la espalda por la epidural y demás circunstancias del momento fue un tanto complicado. Una vez ubicada, Mayte me explicó cómo sería el expulsivo y estuvimos haciendo un simulacro de pujos. Debía coordinar demasiadas acciones en un preciso momento, en la cresta de la contracción. Casi nada. Con la dificultad añadida de que mi pierna izquierda no la sentía y tuvo que ser mi marido quien la hiciera trabajar por mí. ¡Un show vamos!
Sentimientos de esta segunda parte del parto
Como veo que se vuelve a extender bastante este post, dejo la crónica del expulsivo y el nacimiento para una tercera parte. Terminaré esta entrada diciendo que el respeto del personal, el ambiente que había de tranquilidad y lo bien que conseguí manejar las respiraciones en cada contracción, me hacían afrontar la recta final animada y sin temor. Y eso que soy una persona muy miedica y que se preocupa por todo muchísimo. Todavía sigo asombrada de como afronté el parto. El trato superó mis expectativas siendo un hospital público. Lo que hace que el personal esté concienciado en hacer de estos momentos una experiencia intensa e íntima.
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Sobre Esther B.A.
Soy Esther, una mujer inquieta, una mamá de alta demanda y profesional de la educación.
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