En el blog ya hemos hablado de la importancia de llevar una alimentación y una vida activa, ya que todo esto afecta en nuestra fertilidad. Y hoy hablamos del sobrepeso, y su incidencia a la hora de comenzar la búsqueda del embarazo. Para ello, tenemos que tener claro qué se entiende por sobrepeso. Porque sobrepeso y obesidad no son lo mismo.

Definición de obesidad

La Organización Mundial de la Salud (a partir de ahora OMS) define y distingue sobrepeso y obesidad de la siguiente manera:

El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud.
El índice de masa corporal (IMC) es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2).
La definición de la OMS es la siguiente:

  • Un IMC igual o superior a 25 determina sobrepeso.
  • Un IMC igual o superior a 30 determina obesidad.

¿Cómo influye la obesidad en la fertilidad femenina?

El exceso de grasa puede provocar desequilibrios a nivel hormonal disminuyendo la ovulación y la calidad de los óvulos. Además, los ciclos menstruales se pueden volver irregulares pudiendo retirarse la menstruación por mucho tiempo.
El sobrepeso también guarda relación con el síndrome del ovario poliquístico (o SOP) en el que los ovarios no llegan a producir una suficiente cantidad de hormonas imprescindibles para estimular la maduración del óvulo y que éste sea liberado.

¿Y cómo influye la obesidad en la fertilidad masculina?

Hay investigaciones que han confirmado que la obesidad en los hombres afecta a la movilidad espermática (uno de los mayores problemas de infertilidad masculina hoy en día).

¿Y qué podemos hacer para hacer frente a la obesidad?

Lo primero de todo es, acudir a nuestro médico de cabecera para que nos derive al endocrino y pueda establecer una dieta adecuada a nuestras características y necesidades. En estos casos, las dietas milagro no son una solución, porque supone prescindir de nutrientes muy necesarios y esas carencias pueden provocar más desarreglos en nuestro cuerpo.
Si una dieta supervisada la unimos a cambios en la actividad física diaria y dedicamos un rato a andar o a hacer ejercicio, el resultado será más efectivo y nuestra salud a corto-medio plazo mejorará. Pero esto requiere concienciación, fuerza de voluntad y que nuestro entorno esté en la misma sintonía para que el proceso sea más llevadero.
¿Ha sido la obesidad un problema en vuestra búsqueda del bebé? Esperamos que os animéis a contarnos vuestras experiencias o nos deis la opinión sobre este tema. ¡Gracias!

Sobre Esther B.A.

Soy Esther, una mujer inquieta, una mamá de alta demanda y profesional de la educación.

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